La labor de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado durante la pandemia

Un Policía Nacional patrulla por una calle de la Soledad de Palma para disuadir a los compradores de droga que acuden al barrio habitualmente. Los vendedores también observan a la policía para saber cuándo pueden reanudar su actividad.

La Guardia Civil revisa en los subterráneos del Aeropuerto de Palma de Mallorca los equipajes de los viajeros que acaban de llegar a la isla. Pero como se aprecia en la fotografía el número de equipajes es mínimo con respecto a los que normalmente llegarían en una temporada turística normal.

La Guardia Civil comprueba los motivos del viaje del único pasajero que ha llegado al puerto de Palma en el barco de la compañía Balearia. El descenso de pasajeros y visitantes a nuestras islas ha causado una crisis económica de la que será muy difícil salir. A pesar de este escaso movimiento, la Guardia Civil ha seguido desarrollando su labor como siempre.

Primera noche del confinamiento perimetral del barrio de Son Gotleu de Palma. Un ciudadano en bicicleta intenta convencer a un agente de la Policía Local de Palma para que le deje pasar a pesar de que sus explicaciones son de lo más inverosímil.

Miembros del Cuerpo Nacional de Policía realizan un control durante el confinamiento perimetral del pueblo de Manacor. A lo largo de estos meses han sido varios pueblos de la isla los que han sido confinados perimetralmente. Los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado a través de los controles de vehículos han impedido que la movilidad injustificada de la población propagara más aún el virus.

La Policía Nacional recorre el barrio de Son Gotleu informando a los vecinos de las nuevas normas de confinamiento para evitar la propagación de la enfermedad. Los vecinos, entre curiosos y desconcertados, se asomaban a consultar sus dudas con los agentes.

Un miembro de la Policía Nacional habla con dos niñas para averiguar cuál es el motivo de que estén en la calle cuando no está permitido. En los primeros días de estado de alarma el desconcierto era el sentimiento más común entre la población. Nadie sabía demasiado bien qué es lo que estaba permitido y qué no.

Tres miembro de la UPR del Cuerpo Nacional de Policía custodian, guardando la distancia de seguridad, a un detenido por violencia de género mientras me cuenta su versión de los hechos: «Se equivocan, esto no es lo que parece».

Dos miembros de la Guardia Civil visitan viviendas de la periferia de las poblaciónes del interior de la isla para comprobar cómo lleva el confinamiento la gente que vive aislada.

Unos vecinos observan desde el balcón de su casa cómo dos miembros de la Policía Local piden explicaciones a los viandantes. Los balcones se han convertido en lugares muy importantes para la gente ya que, para muchos, ha sido la única oportunidad de contactar con los demás y con la realidad.

Una policía nacional le entrega una sanción a un hombre que no ha podido dar una explicación convincente de su continua presencia por las calles del barrio. La excusa de que iba a clase evidentemente no era la mejor en un momento en el que todos los centros educativos permanecían cerrados. La agente lo mandó directamente a septiembre.

La Policía Nacional sanciona a un individuo por dar como explicación que venía de una «reunión» en casa de un amigo. Tras ser cacheado se le intervino una pequeña cantidad de marihuana. La presencia en la calle durante esos días resultaba muy difícil de justificar.

Miembros del Cuerpo Nacional de Policía detienen a un individuo por haber sido identificado por tercera vez en un solo día sin que pudiera dar un motivo razonable en ninguna de las tres ocasiones del porqué de su presencia en la calle. En las tres ocasiones les mostró una receta médica que utilizaba para decir que iba a la farmacia.

Un miembro de la Policía Nacional.