Reportaje

Cuidar a quienes nos cuidaron

Las personas mayores han sido el colectivo de mayor vulnerabilidad ante la pandemia del coronavirus que ha sacudido todo el planeta. La COVID-19 ha enfatizado las necesidades de cuidados que tienen las personas ancianas, las que nos lo dieron todo, en lo que respecta a su derecho a la salud. Detrás de las cifras estaban las historias de una generación que sufrió una guerra civil y que se sacrificó para conseguir un estado de bienestar. Residentes, familiares y trabajadores se han enfrentado a un inmenso duelo con escasos recursos y un escenario de miedo e incertidumbre. La residencia de mayores San Carlos de Celanova, en Ourense, fue de los primeros centros de mayores en registrar un contagio masivo por el nuevo coronavirus, y fue considerada la “zona cero” de Galicia. Sus trabajadoras, en primera línea y enfundadas con los equipos de protección, sufrieron semanas de mucha tensión, trabajando durante jornadas maratonianas con medios insuficientes. Nueve residentes fallecieron y más de cuarenta se contagiaron, además de dieciocho trabajadoras. Las profesionales de la residencia San Carlos han sido heroínas en la guerra contra un enemigo invisible que las puso contra las cuerdas cuando, en la tercera semana de marzo, el centro se convirtió en uno de los mayores focos de contagio.

El enfermero Iván Pena entra a la zona sucia de la residencia para tratar a los enfermos por coronavirus.

Reparto de comida en la zona sucia de la residencia de mayores San Carlos de Celanova, donde permanecieron aislados los residentes infectados por coronavirus.

Dos trabajadoras de la residencia San Carlos de Celanova atienden a Clebella, de 84 años.

Tres trabajadoras de la residencia San Carlos de Celanova miran al exterior a través de una ventana. En los momentos más duros de la pandemia las profesionales reclamaron ayuda urgente a las administraciones por no poder afrontar la situación.

María López, de 100 años, es trasladada por un trabajador sanitario tras dar positivo en coronavirus. Esta residente fue trasladada a un centro sanitario para su tratamiento, posteriormente fue intervenida en el Complejo Hospitalario Universitario de Ourense y, finalmente, volvió a la residencia San Carlos de Celanova tras dar negativo en el test.

El féretro de un fallecido en el interior de la residencia San Carlos de Celanova es trasladado por un profesional de los servicios funerarios. En esta residencia murieron nueve residentes y más de cuarenta dieron positivo por COVID-19.

Una trabajadora de la residencia San Carlos de Celanova se viste con el equipo de protección individual (EPI) en una de las salas habilitadas para ese fin, donde antes de la pandemia se juntaban los residentes.

Momento en que una trabajadora afeita a uno de los residentes de la residencia San Carlos de Celanova.

Dos trabajadoras de la residencia San Carlos de Celanova atienden a dos residentes en sus respectivas habitaciones.

Una trabajadora de la residencia San Carlos de Celanova acaricia la cara de una residente.

Dos trabajadoras ayudan a levantarse a María López, de 100 años. Esta residente dio positivo en coronavirus y fue trasladada a un centro sanitario para su tratamiento, posteriormente fue intervenida en el Complejo Hospitalario Universitario de Ourense y, finalmente, volvió a la residencia San Carlos de Celanova tras dar negativo en el test.

Ositos de peluche de una residente junto a una fotografía antigua.

Marina, residente de 93 años de la residencia San Carlos de Celanova, toma el desayuno con ayuda de una trabajadora.

La mano de una profesional de la residencia San Carlos de Celanova agarra la de una residente. Entre los cuidados a las personas mayores, el acompañamiento fue uno de los más importantes en un momento en que los residentes no pudieron recibir la visita de sus familiares.

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