Reportaje

El mercadillo de Badajoz reabre después del confinamiento

El 9 de junio de 2020, el mercadillo de Badajoz reabrió sus puertas después de más de tres meses cerrado debido al confinamiento impuesto entre marzo y junio por culpa de la pandemia global ocasionada por la propagación del virus de la COVID-19 y que solo permitió a los ciudadanos realizar actividades esenciales como comprar alimentos o medicinas. Las instalaciones y los puestos se adecuaron para cumplir con las medidas sanitarias impuestas y generar confianza en los clientes para tratar de reflotar un sector que lleva ya más de una década en declive y que el coronavirus ha golpeado duramente.

Por la mañana, muy temprano, los vendedores llegan con sus furgonetas cargadas de productos y comienzan a instalar sus puestos con estructuras metálicas y toldos para cubrirse del sol en verano y resguardarse de la lluvia y el viento en invierno.

En el mercadillo se pueden comprar artículos como ropa, menaje del hogar, complementos o bisutería. Aunque también se venden productos de primera necesidad como frutas, verduras y hortalizas, eso no impidió que tuviera que clausurarse durante el confinamiento.

Los vendedores tuvieron que adecuar sus puestos a las medidas sanitarias obligatorias para garantizar su seguridad y la de los clientes. “Ahora tenemos que reconquistar la calle para que los ciudadanos vuelvan a confiar en nosotros. Tenemos todas las medidas de sanidad, mascarillas, guantes y gel desinfectante. Nadie va a entrar en nuestros puestos si no es con protección,” declaraba Julián Cruz, portavoz de la plataforma Orgullo Ambulante de Badajoz.

Uno de los vendedores dibujó marcas en el suelo frente a su puesto para que los clientes cumplieran con las medidas de distanciamiento social.

Los principales clientes del mercadillo son personas mayores que están menos acostumbradas a otros hábitos de compra actuales como el comercio online y que confían plenamente en los mismos vendedores a los que llevan ya, incluso, décadas comprándoles.

En Badajoz, alrededor del setenta por ciento de los puestos del mercadillo son regentados por gitanos. Aunque la COVID-19 tuvo una baja incidencia entre su población durante el confinamiento, sí que sufrieron graves problemas de acceso a los servicios básicos. Según Carmen Durán, coordinadora local de la fundación Secretariado Gitano de Badajoz, el cuarenta por ciento de la comunidad gitana de esta ciudad sufrió problemas de acceso a la alimentación y alrededor del treinta por ciento tuvo problemas para pagar la luz y el agua durante el confinamiento.

Domingo Gil tiene sesenta y siete años, es gitano y lleva toda una vida dedicada a la venta ambulante. La pandemia del coronavirus ha golpeado de lleno su sector que ya se encontraba en declive mucho antes. “Badajoz se ha poblado de mucho comercio, ha venido mucha competencia y ya no se vende lo mismo. Si quiero vender algo tengo que hacerlo al mismo precio que lo hacía hace quince o veinte años y cada vez se me hace más difícil cubrir los gastos que me ocasiona el transporte y las tasas”, explica Domingo Gil, portavoz de la Asociación de Vendedores Ambulantes de Extremadura.

Para poder competir con otros comercios muchos vendedores han tratado de ofrecer más comodidades a los clientes como, por ejemplo, el pago con tarjeta.

Las entradas y salidas al recinto estuvieron organizadas por Protección Civil, que instaló vallas para que los usuarios no se cruzaran y proporcionaron gel desinfectante a todo aquel que deseaba ingresar a los puestos.

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