Reportaje

Diario de una cuarentena

Belletti consiguió llegar a España en 2014 saltando la valla de Melilla que separa Africa de Europa. Desde entonces ha luchado para conseguir salir adelante y poder ayudar a su familia en Camerún. Al empezar el estado de alarma, fue víctima de un ERTE como muchos de los trabajadores dedicados a la restauración, y sus ingresos se vieron reducidos a casi la mitad. Salió de su hogar, en su país natal, para ayudar a su familia y ahora teme no poder hacerlo debido a la pandemia mundial causada por la COVID-19. Su consuelo son las llamadas diarias que recibe desde casa, y su tranquilidad, saber que nadie de su familia ha sido contagiada con el temido virus ya que, si así fuera, no podría costear los gastos médicos del tratamiento. Como Belletti, muchas personas migrantes en situación vulnerable han perdido sus empleos durante esta pandemia y, por lo tanto, no han podido ayudar a sus familias como estaban haciendo hasta ahora. En este caso, la cuarentena y el estado de alarma se hace muy lejos de casa demostrando una vez más que no todas las distancias son las mismas. Hasta que esto termine o lleguemos a una “nueva normalidad”, Belletti permanecerá pegado a su teléfono, su única ventana a Camerún. Diario de una cuarentena es un testigo en imágenes sobre cómo una persona llamada Belletti pasó esos días en los que permanecimos encerrados durante el confinamiento provocado por la COVID-19 en Madrid.

El 13 de marzo de 2020 nadie levantó la mirada del televisor mientras el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba el estado de alarma. Belletti, vecino del madrileño barrio de Vallecas, no iba a ser una excepción. Pero él tiene su mente en otro sitio: Camerún, su tierra, su hogar. Allí la epidemia también ha llegado y el sistema sanitario no es accesible para todos.

Una llamada desde Camerún; su madre, la persona que siempre le ha apoyado incondicionalmente, ahora también le tranquiliza. “La familia esta bien, tenemos hambre porque no nos permiten ir a vender al mercado, pero estamos bien”. Siempre habla ella. Ya que es la persona que más empatiza con Belletti y su situación económica actual.

Al venir de un país donde la sanidad es un privilegio reservado para familias de clase social alta, Belletti se siente agradecido y tiene una profunda admiración por el sistema sanitario español. Cada día, como toda la ciudadanía sale a aplaudir a las 20:00 h a los médicos y enfermeros que trabajan sin descanso para salvar el máximo de vidas posibles.

Su pareja con quien convive desde hace seis años comprarte en la medida de lo posible esa carga familiar ya que, aquí en España, ella es ahora su familia.

Este día Belletti fotografió su propio día a día. Él hizo lo mismo que llevaba haciendo yo varios días: perseguir a la única persona que había en la casa junto a él, su pareja, mientras trabajaba en el ordenador.

Durante ese día, Belletti pasó de protagonista a fotógrafo, al fin y al cabo, este diario es cosa de dos.

Nuestros días se han convertido en rutina de comer y dormir esperando a que las horas pasen lo más rápido posible con la esperanza de que la situación cambie en algún momento.

Esta situación le provoca insomnio, estrés, dolores de cabeza y mucho malestar general. El único rato de descanso y desconexión en el que Belletti deja su teléfono en casa es durante el paseo nocturno con Maia, su perra. Tarda un rato en volver ya que en ese espacio de tiempo se siente más libre o menos dependiente de un pequeño teléfono, aunque el paseo sea solo dar varias vueltas al rededor de la casa.

Incluso estando en el balcón estos días se siente encerrado en una jaula. Ha cruzado medio continente africano a pie hasta llegar a España y ahora, su espacio vital, como el de todos, se ve reducido a cuatro paredes.

Ahora que la distancia social es obligatoria, Belletti es un claro ejemplo de que no todas las distancias son las mismas o significan lo mismo para todos. “Desde hace mucho tiempo mi única relación con mi familia es a través del teléfono; era doloroso, pero estaba justificado. Tenía que estar aquí [en España], ayudando, pero ahora no puedo hacerlo, no tiene sentido”, se lamenta.

La preocupación y la incertidumbre ocupan el pensamiento de Belletti prácticamente todo el día. La preocupación de lo que pasará aquí y la preocupación de lo que pasará en Camerún.

SI algo bueno ha dejado esta pandemia es el tiempo que pasamos en casa. Belletti intentó, sin mucho éxito recuperar viejos pasatiempos como tocar la guitarra durante las tardes pero no ha sido posible, tarde o temprano, el teléfono vuelve a ocupar una de sus manos.

En un intento de olvidar durante un instante el confinamiento y la dureza de estar encerrado, la cocina un poco antes de comer hace las veces de gimnasio. Mantenerse ocupado es lo que evita que él se pare a pensar en la situación tan difícil que tiene ahora y la que tendrá en caso de perder el trabajo.

Pese a ser un año difícil y seguir en ERTE, a finales de 2020, Belletti recibía la primera buena noticia desde que comenzó el estado de alarma. Va a ser padre por segunda vez, algo que deseaba desde hacía mucho tiempo y que ahora abre una nueva etapa en su viaje lejos de casa. Ese día también llamó a casa pero esta vez, con mejores noticias. Esta fotografía pone fin al reportaje.

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