Reportaje

Letargo

El 11 de marzo el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró en rueda de prensa la existencia de una pandemia mundial por el coronavirus 2019-NCov9. Según los datos de la Universidad Johns Hopkins, Maryland, EE. UU. actualmente en el mundo hay más de ochenta millones de contagiados, siendo España uno de los países con más infectados de la Unión Europea. El nuevo virus, altamente contagioso por contacto humano, causa la enfermedad por coronavirus comúnmente conocida como COVID-19, que presenta síntomas como fiebre, tos, dificultad para respirar y pérdida del olfato. Tiene un alto porcentaje de muerte en personas mayores y las consideradas de alto riesgo. El gobierno de España decreta el 14 de marzo 2020 el estado de alarma por el Real Decreto 463/2020 y el confinamiento de la población del país, de cerca de 45 millones de habitantes, por la situación de crisis sanitaria debido al aumento del número de infectados por coronavirus que durante este primer periodo superaron los treinta mil fallecidos. Medidas de contingencia como el uso de mascarillas, guantes quirúrgicos, distancia de seguridad entre personas, reclusión domiciliaria, restricciones horarias para salir a la vía pública, aforos limitados en supermercados, etc., fueron impuestas por el Ministerio de Sanidad para evitar la propagación incontrolada del virus. Según la Real Academia de la Lengua la definición de letargo (lethargus) es “el estado patológico caracterizado por un sueño profundo, inactivo y prolongado, propio de algunas enfermedades nerviosas, infecciosas o tóxicas”. Ante el confinamiento domiciliario decretado y la necesidad de documentarlo, este ensayo evidencia el día a día de reclusión en casa, pasando por los diferentes estados emocionales que generaron los cien días de cuarentena, como ansiedad, insomnio, la falta de contacto con personas cercanas y las dudas ante lo que pueda suceder en un futuro incierto, provocado por esta situación a la que nos hemos enfrentado por primera vez.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, declaró el estado de alarma por el Real Decreto 463/2020 y el confinamiento de la población del país, mediante prórrogas cada quince días que fueron aprobadas en el Congreso de los Diputados debido a la alta tasa de infectados por el virus y la incapacidad de controlarlo.

Durante el periodo de desescalada o vuelta a la “nueva normalidad” se establecieron sanciones de hasta 100 € por no usar mascarilla en lugares públicos.

Según la OMS los coronavirus son una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos, se sabe que para estos últimos los coronavirus causan infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS). El coronavirus que se ha descubierto más recientemente causa la enfermedad por COVID-19. Tanto este nuevo virus como la enfermedad que provoca eran desconocidos hasta antes de que se detectara el primer brote en Wuhan, China, en diciembre de 2019.

El confinamiento obligó a muchas empresas a restructurase teniendo a sus empleados realizando sus funciones laborales desde casa con teletrabajo. A su vez estas se acogieron a los denominados ERTE, expedientes de regulación temporal de empleo, por el que los trabajadores fueron suspendidos temporalmente haciéndose cargo el estado del abono del 70 % de sus nóminas. Al menos 246.000 empresas solicitaron estos expedientes y más de tres millones de empleados han estado afectados, más del 25 % de los afiliados a la Seguridad Social.

En el proceso de cuarentena, la única forma de contactar con los familiares más cercanos fue a través de las redes sociales y aplicaciones móviles que dispararon su uso durante este periodo.

El insomnio es el trastorno del sueño con más frecuencia que padecen entre el 15 y el 30 % de los adultos. Durante el confinamiento en el domicilio la ansiedad y la incertidumbre provocada por esta nueva situación produjo un aumento en los casos de insomnio. Las alteraciones del sueño, como retrasos en su inicio, disminución del tiempo y su calidad, sintiendo un sueño poco reparador a la mañana siguiente y acumulándose los tiempos de menor sueño diario, en muchos casos llevaron a personas a dormir en horarios y formas poco habituales.

La tasa de mortalidad durante el período de alarma en el Hospital Severo Ochoa fue del 10,8 % con una incidencia de 1.781 casos por cada 100.000 habitantes. Una de las más altas de la Comunidad de Madrid y del país. Cementerio de Leganés, Madrid.

Durante el inicio del estado de alarma en pleno invierno y sus continuas prolongaciones hasta la llegada de la primavera, cualquier momento para salir y poder tomar el sol se convirtieron en situaciones que antes no se apreciaban de igual forma y que en ese momento se volvieron especiales.

Según múltiples estudios y análisis médicos, el lavado de manos es la medida más efectiva para evitar infecciones y contagios. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en relación a la higiene es fundamental lavarse las manos siendo la principal forma de prevenir la diseminación de agentes patógenos. Para realizar el lavado de manos se utilizará jabón o una solución de base alcohólica y su empleo con una técnica adecuada. Estas normas básicas de higiene serán de uso obligatorio en los meses venideros.

El consumo de guantes de látex y de plástico junto con las mascarillas quirúrgicas se multiplicó exponencialmente llegando a niveles que han provocado un serio problema de residuos, cuando son desechados, siendo de gran importancia su correcta gestión y manipulación por parte de todos.

¿Qué va a suceder ahora? Fue la pregunta más común en esta situación nueva para todos. La incertidumbre ante un futuro incierto donde los drásticos cambios sufridos por la pandemia, el miedo a un posible rebrote y el confinamiento permanente generaron una sensación de inestabilidad y ansiedad.

Leganés (184.425 hab.) es una de las localidades de la Comunidad de Madrid con mayores índices de contagios confirmados, 3.562, de los cuales 1.862 fueron hospitalizados (según datos publicados por la Dirección del Hospital Severo Ochoa en mayo de 2020). El hospital se encontró en una situación muy complicada durante la pandemia, llegando al colapso total. Fue uno de los centros, con 209 empleados pertenecientes a todas las categorías, con más problemas de infraestructura y logística, quedándose sin camas. Sin medios suficientes, tuvo que atender a pacientes por COVID-19 en los pasillos y en el suelo del área de emergencias. Cuando la situación se normalizó, el personal solicitó la renuncia de la junta del hospital por su mala gestión de la situación.

En cuarentena fue muy importante mantener los hábitos cotidianos, como ejercicio de salud mental.

Problemas de salud, conflictos entre partidos políticos, la incertidumbre de una nueva crisis económica, la falta de empatía social, la posibilidad de nuevos focos de contagio por zonas durante la temporada estival y el miedo a una segunda ola de contagios durante otoño e invierno son algunas de los las consecuencias causadas por la pandemia. La nueva puerta que se abre llamada la «nueva normalidad» tras la aparición de la COVID-19 es una situación compleja necesaria de afrontar entre todos los que formamos parte del sistema social en el que vivimos.

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