Reportaje

En primera línea

Desde el 11 de marzo de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud constató como una pandemia a la COVID-19, los medios de comunicación no han hablado de otra cosa, entre cifras, debates, polémicas y noticias de acciones inoportunas a menudo causadas por un miedo irracional. Dentro de tantas voces y opiniones, no siempre se les ha dado eco a las de quienes han estado en primera línea, sus testimonios y reivindicaciones. Además, a los periodistas, y en concreto a los fotógrafos, tampoco se les ha permitido acceder a los lugares donde trabajaban estos profesionales. Durante noventa y nueve días de alarma sanitaria, España ha sido uno de los países más afectados en toda Europa, un millón y medio de contagios han dejado más de 40.000 muertes. Ahora, con el 10 % de la población mundial contagiada; sabemos que el virus nos ha cambiado a todos, cuestionando nuestro estilo de vida, nuestra manera de socializar, de desplazarnos, introduciendo en nuestras rutinas imprevisibilidad y estrés. Pero, ¿quiénes son los profesionales que desde el primer día se han enfrentado a una avalancha de contagiados, alternando miedo, frustración, impotencia, cansancio físico y psíquico? Estas personas a quienes se les ha definido como héroes, titulo con el que mayoritariamente no están de acuerdo, afirman que ellos solo han realizado su trabajo. Todos coinciden en revindicar la falta de recursos con los que han tenido que enfrentarse a la pandemia y la dificultad de lidiar con una nueva enfermedad muy contagiosa a veces sin nada. Es de lamentar que sea la falta de medios lo que permite destacar la importancia del sistema sanitario, igualmente no habría que olvidar la resiliencia demostrada por todos los que por su profesión o de manera voluntaria han contribuido a gestionar y contener está crisis.

Toni Femenía. Bombero del Ayuntamiento de Barcelona. «Para mí lo peor de la pandemia es que nos ha quitado una parte de nuestra vida: hemos perdido semanas de experiencias que no volveremos a recuperar. Luego, la imposibilidad de despedirse de los que se han ido, y encima hemos visto el egoísmo de alguno».

Esther Solares. Abogada y voluntaria en ensayos clínicos. “Me impactó el distanciamiento social, que el virus nos haya quitado la cercanía y el contacto físico y que nos haya obligado a reprimir nuestras emociones y gestos de afecto para sustituirlos por videollamadas, pantallas y distancias de seguridad”.

Biel Freixinet. Técnico en emergencia sanitaria. “Poco a poco conseguimos ayudarnos entre nosotros, hablar los unos con los otros, sobre todo con mi compañero, con el que pudimos hablar mucho, apoyarnos, entendernos, empatizar y mejorar en este sentido. Pero sí que es verdad que a nivel general había mucho nerviosismo y crispación, fue duro”.

Alicia Montoro. Caporal del cuerpo de bomberos. “De entrada he sentido miedo, más que por mí, por las personas vulnerables de mi entorno. A la vez me he sentido fuerte, he sentido que quería ayudar, que quería estar allí. No quería estar en casa mientras esto estaba pasando, quería estar en primera línea”.

Oriol Sabaté. Enfermero del Hospital Universitario de Bellvitge. “Una de las peores cosas para mí fue la incertidumbre de estar frente una enfermedad relativamente nueva y de la que se sabía tan poco. Constantemente me preguntaba: ¿Cuál es el límite de todo esto?”

María Victoria. Técnica de electromedicina en el Hospital Vall D’Hebron. “En el hospital, todo el mundo iba como loco buscando de dónde sacar respiradores, camas y todo lo necesario para abrir una UCI. La necesidad de materiales supuso un gran problema. Que te venga una supervisora y te diga: «No puedo abrir estas cinco camas porque me falta tal, tal y tal..». significa que hay cinco personas a las que no puedes dar asistencia”.

Marc Coll. Bombero del Ayuntamiento de Barcelona. “Al final, la lección que debemos de aprender es que no somos nada en comparación con la inmensidad del planeta que nos acoge, no tenemos control sobre esto”.

Vanesa Vicens. Neumóloga del Hospital Universitario de Bellvitge. “Tengo un hijo de 5 años al que tenía que demostrarle fortaleza y valentía cuando por dentro estaba hecha un flan, hasta que un día me dijo: «Mamá, es que yo no quiero que te mueras..». y ahí entendí que no lo estaba haciendo bien y me convertí en la «cazavirus» de la casa, poniendo todo el humor que podía y con la mejor sonrisa”.

Juan Cruz. Socorrista, marinero y voluntario de Open Arms. «Empezamos a darnos cuenta de muchas cosas bastante esenciales: lo que vale el personal sanitario, lo que vale la naturaleza, el poder salir. Creo que sirvió mucho para recapacitar y espero que siga así, que sigamos recapacitando y progresemos, tengo esa esperanza».

Doctora Salud Santos. Jefa del Servicio de Neumología del Hospital Universitario de Bellvitge. “Ahora te queda un sentimiento de duelo psicológico por todo lo que has vivido, por los pacientes que no han podido superar esta situación, por el cansancio acumulado a nivel mental y físico. Creo que esta situación no la podíamos imaginar”.

Joana Serra. Iluminadora de espectáculos escénicos y voluntaria en ensayos clínicos. “Al pararlo todo hay millones de personas que dejamos de cobrar, de tener unos ingresos mínimos. Millones de personas que de golpe no tienen nada, y siento que no ha habido una reacción rápida, aún siendo difícil. Bueno, mucha desigualdad social a saco”.

Lamine Sarr. Trabajador del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona. “El Sindicato Popular ha activado un banco de alimentos porque era la única manera de salvarnos de esta crisis. Muchísimas personas nos han apoyado y han colaborado, y esto nos ha permitido ayudar a cuatrocientas familias, que son más de mil personas”.

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