Reportaje

La ciudad del silencio

De forma repentina y sin estar preparados, este año 2020 hemos sufrido una pandemia que nos ha traído días de incertidumbre. Aquí y en todo el mundo. Hemos vivido situaciones incómodas y crudas. Para algunos, el drama de la pérdida de seres queridos. Para la mayoría, días extraños: encerrados en casa, con un paisaje de calles vacías. Pueblos y ciudades han adoptado una fisonomía insólita. Terrassa no ha sido ninguna excepción. Delante de este escenario y a pesar del desconcierto inicial, salí a la calle y descubrí una ciudad atractiva por su tranquilidad, por la pureza del aire, por el canto de los pájaros, por el silencio. Era un paisaje distinto que nos brindaba la oportunidad de replantearnos nuestras prioridades, entre las cuales está qué ciudad queremos. Me es difícil explicar los sentimientos que me empujan a salir con la cámara para captar algo más que una paisaje bonito o original. Una vez más la fotografía me ha brindado la oportunidad de vivir y sentir intensamente todo lo que me rodea, aquella pared o aquella calle que tantas veces he visto y que un día, por un motivo inexplicable, la observo con otro mirada y me traslada a un nuevo imaginario. En este recorrido, he invitado a personas desconocidas con las que me he cruzado a compartir su experiencia personal. Me fascina el retrato a desconocidos, me gusta la generosidad de las personas que aceptan y se atreven a posar delante del objetivo sin esperar nada a cambio, más aún en un momento tan delicado como el confinamiento. Desde estas líneas aprovecho para agradecer a todos su actitud. Son momentos cortos y efímeros, pero la relación que queda con el retrato que se obtiene es para siempre. Dice el fotógrafo italiano Paolo Roversi que si no conoces la oscuridad no puedes ser sensible a la luz. Es como la música: no puedes disfrutar de una nota si no conoces el silencio. Yo añadiría: no se puede disfrutar de una ciudad si no la conoces en la quietud.

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