Reportaje

Casa de huéspedes

La palabra hotel proviene del latín hospitalis domus, es decir, «casa para huéspedes». Esta expresión tendría posteriormente otras evoluciones, como «lugar que da auxilio a los enfermos y ancianos». Los días en que los hospitales se llenaron de enfermos por contagio masivo provocado por el virus de la COVID-19, los hoteles se vaciaron de turistas, cerraron sus puertas de manera abrupta y cancelaron sus entradas con todo tipo de artilugios. Algunos se limitaron a colocar enormes tiestos con plantas frente a la puerta principal. Otros simplemente cerraron sus elegantes rejas ornamentales. Los hay que improvisaron unas planchas de madera contrachapada; seguramente no entraba en su proyecto arquitectónico la posibilidad de cerrar alguna vez, ya que el hotel de una ciudad está abierto las 24 horas del día, los 365 días del año. Para nuestro país y especialmente para una ciudad como Barcelona, que vivimos en buena parte del turismo, esta imagen es la visibilización del cierre de fronteras, del aislamiento y la pausa. Mi trabajo siempre ha estado relacionado con el territorio urbano. Mi primer proyecto empezó hace diecisiete años en la Costa Brava, donde estuve fotografiando el paisaje de cartón-piedra en que se convierten sus pueblos durante el invierno. Lo titulé Cerrado por vacaciones y en él muestro una colección de calles vacías y hoteles clausurados. Lo que no podía imaginar es que algún día vería esa imagen en una gran ciudad, y mucho menos como resultado de una pandemia global provocada por un virus, un ser microscópico que necesita un organismo vivo denominado «huésped» para multiplicarse y sobrevivir. Los hoteles se quedan sin huéspedes y los huéspedes se han convertido en hoteles.

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