Reportaje

Pabellón n.º 7. La última línea de la pandemia

El estado de alarma que se declara en España el 14 de marzo decreta el confinamiento de la sociedad en sus hogares. Las mil doscientas personas sin techo que duermen a diario en las calles de Barcelona no tienen un lugar donde confinarse. El cierre repentino de fronteras, hoteles y negocios deja también a algunas personas en la intemperie. El 25 de marzo el Ayuntamiento de Barcelona habilita un albergue de emergencia en el Palacio Victoria Eugenia de la Feria de Congresos de Montjuic. En su interior se instalan cuatrocientas cincuenta literas para acoger a cualquier persona que no tenga un lugar donde confinarse, la mitad en el pabellón 7A gestionado por la Cruz Roja, y la otra mitad en el 7B, a cargo de la Fundación Salud y Comunidad. Si en un inicio las personas que se refugian son personas sin techo, más tarde y a causa de la crisis económica, se suman aquellas personas que han perdido los ingresos por el cierre total y que no han podido pagar una habitación, vivienda o permanecer en algún tipo de infravivienda. Se ha acogido a más de mil trescientos hombres hasta el 23 de diciembre, momento a partir del cual se ha trasladado a los últimos ciento setenta usuarios que quedaban a tres hoteles con los que el Ayuntamiento de Barcelona ha llegado a un acuerdo para mejorar las condiciones de acogida. Este trabajo está realizado en el pabellón 7B, gestionado por la Fundación Salud y Comunidad.

Personal de limpieza desinfecta las camas y el suelo del pabellón 7B que acoge a personas sin hogar durante la pandemia de la COVID-19.

Roland, originario de Ghana, se ha confinado en el pabellón 7B del albergue de emergencia que habilitó el Ayuntamiento de Barcelona tras el decreto de alarma para acoger a las personas sin hogar. El albergue está en el Palacio Victoria Eugenia de la Feria de Congresos de Montjuic, más abajo del Palacio Nacional de Montjuic.

Durante el proceso de desescalada en Barcelona, se cambió el régimen de estancia en el pabellón n.º 7 gestionado por la Fundación Salud y Comunidad. De estar en completa reclusión durante las semanas de confinamiento duro, se pasa a un régimen de pernoctación. Los usuarios deben abandonar el pabellón a primera hora de la mañana y no pueden regresar hasta las 18:30 h. Se les mide la temperatura a cada uno de ellos en la entrada y se les entrega una mascarilla nueva.

Una sanitaria practica una PCR a un joven de origen marroquí que está alojado en el pabellón 7B de la Fira, que el Ayuntamiento de Barcelona habilitó para las personas sin hogar tras el decreto de alarma el 14 de marzo.

Un joven de origen tunecino que llegó a España a nado agradece la entrega de ropa limpia a una trabajadora social de la Fundación Salut i Comunitat que atiende a las personas sin hogar de la Fira en el pabellón 7B, el albergue que el Ayuntamiento de Barcelona habilitó tras el decreto de estado de alarma.

Dos jóvenes de 18 años, un menor extutelado procedente de Marruecos y un joven procedente de Siria se han fabricado unas pesas con botellas de agua para poder mantenerse en forma durante su estancia en el pabellón 7B de la Fira.

En el pabellón 7B residen ciento setenta usuarios en el mes de junio. Para ofrecer las cenas a los usuarios y evitar la masificación, se han organizado tres turnos en cada uno de los comedores de los tres módulos. En la imagen, se muestra el comedor del módulo B.

El fútbol ha aliviado un poco la estancia de algunos de los usuarios del pabellón 7B de la Fira. Los jugadores son personas de nacionalidad española, así como personas originarias de Marruecos, Mauritania, Argelia, Mali, Siria y Latinoamérica, principalmente. Algunos son solicitantes de asilo o refugiados. En el mes de septiembre, han organizado una liga con diferentes equipos, España, Marruecos, Colombia, África. El equipo proclamado campeón fue África.

Una trabajadora social controla la actividad del fútbol en el patio que se ha habilitado para que las personas usuarias del pabellón 7B puedan salir al exterior.

Edward, procedente de Guatemala, recorta la barba a Antolín, que no se afeitaba desde que había entrado en el pabellón 7B el 3 de abril. Tras el decreto de alarma, Antolín, que vivía en la calle y dormía en cajeros de Santa Coloma, es avisado por la policía de que puede acogerse en un albergue para pasar el confinamiento bajo un techo.

En el pabellón 7B de la Fira, el albergue que el Ayuntamiento de Barcelona habilitó para acoger a las personas sin hogar durante la pandemia, es obligatorio el uso de la mascarilla. Tomás entró en el pabellón 7B tras cumplir veinticuatro años en prisión.

Sid es originario de Argelia. Obtuvo la nacionalidad española hace más de una década. Reza la última oración del día junto a la litera que se le asignó cuando entró en el pabellón 7B. Durante el confinamiento se le acabó la prestación de desempleo y ya no pudo pagar más su habitación.

Juan es un exmarinero de barco pesquero que por problemas de consumo de drogas acabó durmiendo en la calle durante unos meses antes que se abriera el pabellón 7B y entrara para confinarse durante el estado de alarma.

Un joven de Ghana juega a la pelota en el pabellón 7B el último día antes del cierre definitivo en diciembre. El Ayuntamiento decide trasladar a los usuarios a diferentes hoteles de la ciudad para mejorar sus condiciones de acogida.

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