Barcelona, Sant Esteve Sesrovires
15 Abril 2020
Can Serra
Cuando el pasado mes de marzo la pandemia comenzó a azotar Europa, España fue uno de los primeros países afectados. La fuerza con la que el virus arrasó el país estuvo directamente ligada a la alta esperanza de vida de la población española, con una da las tasas más altas de centros geriátricos y residentes de toda Europa. El Centro Geriátrico Can Serra, en la localidad barcelonense de Sant Esteve Sesrovires, fue una de esas residencia de ancianos afectadas durante la primera ola de la pandemia. Con escasos recursos y sin demasiado apoyo por parte de la administración pública, la directora de este centro, Cecilia Boladeras, y toda su plantilla se enfrentaron a una crisis sanitaria sin precedentes dentro de este sector. Las residencias más proactivas, como Can Serra, comenzaron a implementar medidas de seguridad y distanciamiento incluso antes de que el gobierno decretase el estado de alarma en el país. La estrategia que siguieron demostró ser efectiva, sin embargo, esta situación ha llevado a plantear grandes cambios y cuestionar la manera de los cuidados necesarios hacia las personas mayores de un modo más humano cuando el contacto no es posible. Incluso si el resto de la sociedad vuelve a la normalidad en algún momento, este tipo de medidas tendrán que mantenerse en los geriátricos durante bastante tiempo.
Una residente infectada por COVID-19 dentro del Centro Geriátrico Can Serra es reconfortada a través del contacto físico, respetando todos los protocolos de seguridad, por su cuidadora.