Reportaje

A solo dos metros, respuesta a necesidades básicas

Si la curva de contagios está decreciendo, la curva de personas que están pidiendo ayuda aumenta. Familias necesitadas, personas sin hogar y personas en situación irregular son quienes más sufren la situación actual. La crisis de la COVID-19 no ha hecho más que agravar los déficits y las carencias que se observaban en 2019. Cáritas Barcelona llegó a diciembre de 2020 con 19.380 personas atendidas por los servicios de primera respuesta a la COVID-19, el doble que en 2019. Razón por la cual entre abril y diciembre Cáritas se ha visto en la necesidad de destinar más de un millón de euros, el triple que las ayudas económicas de alimentación en el mismo periodo del año pasado. Una de cada cinco personas atendidas por Cáritas Barcelona vive en hogares sin ingresos y el 63 % de los hogares atendidos se encuentra en situación de pobreza severa (cifra que está más de quince puntos por encima de la situación pre COVID-19). En la mayoría de los casos son personas que trabajaban sin contrato, pero también las hay que todavía no han cobrado el ERTE y no tienen ahorros para salir adelante. En este contexto la entidad mantiene el 85 % de sus proyectos en funcionamiento, y ha reforzado los relacionados con la distribución de alimentos. Además, continúa prestando ayudas económicas para cubrir las necesidades básicas de las familias. Durante los meses duros de pandemia, además de esto, se creó un equipo de trabajo con el objetivo de activar las solicitudes del Ingreso Mínimo Vital (IMV) para todas la familias con derecho a esta prestación, conscientes de que son muchas las personas que de otra forma seguirían sin ningún ingreso. En la situación actual, para Cáritas es más necesario que nunca un pacto de todos los agentes políticos para sumar esfuerzos. Garantizando el derecho a una vida digna, al trabajo decente, a la vivienda y a la vida en familia, en unas condiciones de salud óptimas y con unas redes sociales fuertes, donde la pertenencia a la comunidad sea uno de los ejes vertebradores.

Un voluntario del Centro PAIDÓS situado en L’Hospitalet de Llobregat descarga la ayuda en uno de los puntos de distribución.

Voluntarias del Centro DISA situado en la localidad de Premià de Mar preparan los alimentos para repartir a las diferentes familias. El voluntariado de los centros de distribución de alimentos ha trabajado sin cesar para que todas las personas tuvieran garantizada la alimentación.

Canasta básica en el Centro PAIDÓS situado en L’Hospitalet de Llobregat. Además de alimentos, se proporcionan productos de higiene para poder garantizar el cumplimiento de las recomendaciones sanitarias.

Un joven recoge su canasta básica en el Centro PAIDÓS situado en L’Hospitalet de Llobregat. Las familias acuden a los centros de distribución donde reciben la ayuda en proporción al número de personas del hogar.

Varias personas guardan los alimentos y productos de higiene proporcionados en el Centro DISA situado en la localidad de Premià de Mar. Se han priorizado los espacios exteriores para minimizar riesgos en la distribución de alimentos.

Trabajadores y voluntarios del Centro FOLRE de Badalona se colocan sus Equipos de Protección Individual (EPI). La protección es básica para evitar contagios.

Trabajadores y voluntarios del Centro FOLRE de Badalona toman la temperatura a todas las personas que acceden a las instalaciones. Garantizar la alimentación y favorecer la higiene personal han sido los objetivos prioritarios en los centros para personas sin hogar.

Trabajadores y voluntarios del Centro FOLRE de Badalona se colocan sus equipos de protección individual (EPI). La protección es básica para evitar contagios.

Trabajadores y voluntarios del Centro FOLRE de Badalona toman los datos personales a personas que solicitan ayuda. En los centros para personas sin hogar, la protección no ha impedido el calor humano en la acogida.

Trabajadores y voluntarios del Centro FOLRE de Badalona preparan los almuerzos para personas sin hogar. En los centros de distribución de alimentos se ha trabajado sin cesar para que todas las personas tuvieran garantizada la alimentación.

Una voluntaria entrega una serie de enseres en la sede que Cáritas tiene en Argentona. La dedicación del voluntariado ha sido el motor para frenar esta pandemia.

Una voluntaria entrega una serie de enseres en el domicilio de una mujer de la localidad de Argentona. Las personas mayores, confinadas en sus domicilios por el alto riesgo de contagio, también han recibido respuesta humanitaria.

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